All sorts of jazz, free jazz and improv. Never for money, always for love.
Calificación: A la marosca (awesome)
Si la inspiración no viene a mí salgo a su encuentro a la mitad del camino. (Sigmund Freud)
Sigmund Freud, y algunos de sus discípulos, ubicaron a la
inspiración en el interior de la psiquis del artista e interpretaban
que era producto de un trauma de la niñez o de un conflicto
psicológico no resuelto. Esa concepción, que delimitó la inspiración
al subconsciente, hizo que los artistas surrealistas abrevaran en las
fuentes de los sueños y adoptaran el automatismo como proceso
creativo. Más tarde Carl Jung, desde esa misma perspectiva pero
retomando viejas ideas del romanticismo, sugeriría que un artista es
alguien que ha conectado su mundo interior a algo impersonal o que se
encuentra fuera de su experiencia individual; estableciendo así que el
arquetipo de la mente humana es una expresión codificada del
conflicto existente entre la sombra de lo primitivo y el ego
civilizado.
El álbum To the Moon (en inglés, “A la Luna”), del compositor y clarinetista francés Jean-Marc Foltz, parece
reunir de manera subliminal ambos conceptos; ya que utiliza la
relación entre el subconsciente y el automatismo asociado a las
nociones de composición instantánea e improvisación, pero recurriendo
también a una fuente de inspiración impersonal como la aludida en el
título del compacto: La Luna.
La Lunaes el único satélite natural de la Tierra y el quinto satélite más grande del Sistema Solar. Los otros cuatro son… son… el primero, el segundo, el tercero y creo que el cuarto. La prominencia de la Luna en el cielo y su ciclo de fases, han hecho que tenga una significativa influencia cultural desde la antigüedad en el campo de la mitología, la ciencia y el arte. A través de la historia, la Luna ha sido considerada una deidad, su periodicidad fue utilizada por muchas culturas para la confección de sus calendarios y su influencia gravitatoria sirvió para explicar las corrientes marinas y el flujo de las mareas. Así es como el imaginario popular llegó también a asociar a la luna llena con el lobizón, la luna nueva con los cambios climáticos y las medias lunas (de grasa o de manteca) con el café con leche.
La Lunatambién ha generado brotes de inspiración creativa en diferentes disciplinas del arte y, por cierto, la música no ha sido la excepción. Desde la Sonatapara piano No. 14 de Ludwig van Beethoven popularmente conocida como Claro de Luna a Dark Side of the Moon de Pink Floyd, cientos de compositores han intentado testimoniar su interés en ella. Incluso podemos encontrar una gran cantidad de composiciones musicales cuyos resultados estéticos demuestran que sus autores estaban, justamente, en… la Luna.
En To the Moon, Jean-Marc Foltz
conjuga los conceptos de la composición instantánea (el álbum fue
enteramente improvisado en el estudio de grabación), los principios
asociados al jazz de cámara, una alineación tímbrica de frecuente
utilización en el orden camarístico y múltiples referencias a la música
clásica contemporánea e incluso recurriendo a la utilización de una
gran variedad de formas antiguas como el canon, la fuga, la
passacaglia, el rondo y el contrapunto libre.
Sin embargo, la influencia sobresaliente proviene de la célebre obra de Arnold Schoenberg Dreimal sieben Gedichte aus Albert Giraud’s Pierrot Lunaire (“Tres veces siete poemas de Pierrot Lunaire de Albert Giraud”, comúnmente conocida como Pierrot Lunaire, Opus 21).
Esa composición de Schoenberg, que fuera estrenada en Berlín en 1912,
es un ciclo de canciones inspiradas en una selección de veintiún
poemas pertenecientes al escritor francés Albert Giraud. La referencia
a esta obra hallada en To the Moon no sólo se
circunscribe a aspectos temáticos y motívicos sino que también alcanza
una explícita mención en los títulos de varias de las piezas
incluidas en el álbum. De hecho, los temas Moonfleck, A Pale Washerwoman, Moondrunk, Crosses y To Colombine
son traducciones casi literales de los originales en idioma alemán de
los títulos de algunos de los poemas de Giraud en los que se funda la
obra de Schoenberg, tales como Der Mondfleck, Eine Blasse Wäscherin, Mondestrunken, Die Kreuze y Columbine, respectivamente.
Le ruego que relea varias veces el párrafo anterior, ya que con eso
estaría plenamente justificado el sacrificio que significa para alguien
que apenas habla castellano (ejemplo: yo) traducir del alemán al
inglés, ida y vuelta. Thank you. Danke… ¡Gracias, che!
Desde la apertura, con Moonfleck, el trío nos ofrenda una
pieza melancólica, reflexiva y de conmovedora profundidad que, aun en
su libertad armónica, no parece renunciar en ningún momento al
equilibrio y la elegancia puramente clásicos. Las delicadas
intervenciones del piano de Bill Carrothers, los notables acentos cromáticos del clarinete de Jean-Marc Foltz y las exquisitas frases que dibuja el cello de Matt Turner,
eluden el virtuosismo banal para recostarse sobre un lecho melódico
de incontrastable expresividad. Lo cual resulta más que suficiente
para demostrar que no siempre una bella melodía proviene con
exclusividad de la partitura y que el ejercicio de la improvisación
tampoco equivale a adolecer de carencias melódicas.
Black Butterflies,
al amparo de un perfecto dominio en los procesos de relajación y
tensión, crea un letárgico mundo sonoro sobre inequívocos contrastes
entre luces y sombras. Los profundos acordes del piano de Bill Carrothers permiten que se deslicen con naturalidad las sombrías líneas que emergen del clarinete bajo de Jean-Marc Foltz en alternancia con el luminoso itinerario transitado por Matt Turner
en cello, configurando un mensaje que llega con claridad extremadamente
diáfana y haciendo que la experiencia auditiva no requiera de
esfuerzos desmedidos para entender lo que se explica. A Pale Washerwoman
es una pieza que por su carácter tranquilo, expresividad y su lirismo
un tanto oscuro; parece actuar como un evocativo de la noche a la
manera en que el clasicismo moderno lo hizo con los nocturnos de
Gabriel Faure, Erik Satie o Alexander Scriabin.
En Knitting Needles el trío despliega un alegato más abstracto pero no menos subyugante, en donde los armónicos que dispara el cello de Matt Turner, los voluminosos matices que emergen del clarinete bajo de Jean-Marc Foltz y el uso de técnicas extendidas por parte de Bill Carrothers le añaden extrañeza al integrante universo sonoro que envuelve la pieza.
Moondrunkes
un romántico fragmento musical de incuestionable belleza y exquisita
sensibilidad. Un misterioso paisaje sonoro gobernado por movimientos
lentos, espaciosos silencios y cambios dinámicos casi imperceptibles
que van creando, con sobriedad y prestancia, un clima de ensueño.
Crosseses otra de las gemas contenidas en To The Moon.
Esta delicada, brumosa y nostálgica composición, a través de su
desconsolada melodía y suaves movimientos armónicos, parece representar
la atmósfera de un tiempo perdido o inalcanzable. Ideal para llorar en
soledad o en grupos reducidos (digamos, no más de cincuenta
personas).
Hay músicos que crean e interpretan y otros que solamente tocan,
así como existen músicos que hacen gala del dominio técnico pero no
emocionan; y eso sucede porque el respeto a las formas no significa
llegar a la esencia de las cosas. En ese sentido Gallows Song es una cabal demostración de que el trío encabezado por Jean-Marc Foltz,
a pesar de la inocultable habilidad instrumental exhibida por sus
miembros, privilegia en todo momento lo esencial de cada fragmento
musical para transmitir un mensaje estético que consta siempre de
sencillez, economía de recursos, cuidados detalles y manifiesta
serenidad.
Los lejanos aires de vals que le imprimen a Old Pantomimes el cello de Matt Turner y el clarinete de Jean-Marc Foltz, se tiñen de exotismo merced al aporte percusivo procedente del piano preparado de Bill Carrothers; mientras que To Columbine,
otro de los momentos culminantes del álbum, hace una parábola
estética que parece diluir las fronteras entre la intemporalidad
simbólica y las formas libres postuladas en algunas de las obras del
inolvidable clarinetista Jimmy Giuffre con el linaje del
post-romanticismo magistralmente representado en Noche Transfigurada (Verklärte Nacht, Op. 4) de Arnold Schoenberg. El cierre, con el pausado y reflexivo Prayer, ratifica cualidades estéticas pero permitiéndose desarrollar a través del clarinete de Jean-Marc Foltz las únicas figuras de exaltación tímbrica que contiene la obra.
La fascinación del arte musical reside en su capacidad para
proyectar realidades que conmueven nuestro espíritu y nos arrastran a
las reflexiones más profundas.
Jean-Marc Foltz, en To the Moon,
demuestra que para ello no hacen falta gestos ampulosos o
declamaciones ostentosas vacías de contenido sino la voluntad para
comunicar pensamientos, sensaciones y sentimientos en la forma más
sencilla posible.
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